Amar a alguien con una adicción es increíblemente difícil: Lo amas, pero también te amas a ti misma y no quieres seguir viviendo en esa constante tormenta.

Tía Ceci y comunidad de Cultura Colectiva, gracias por leerme, esta es una historia muy personal que necesitaba compartir por si alguien le sirve. El alcoholismo es un tema de lo más subestimado, incluso romantizado.
Como decía, es una historia muy personal y profunda sobre los retos y las realidades de estar en una relación con alguien que vive con alcoholismo.
He decidido no revelar mi nombre y tampoco el nombre de mi pareja para respetar nuestra privacidad, pero les contaré nuestra experiencia con la esperanza de que pueda ayudar a quienes se encuentren en una situación similar.
Mi pareja y yo tenemos 36 años y llevamos 10 años juntos. Al principio, creíamos que simplemente le gustaba la fiesta y que era un malacopa ocasional.
Como muchos, pensamos que las resacas eran una parte normal de la vida social y que solo se hacían más difíciles con la edad. Pero con el tiempo, descubrimos juntos que en realidad él estaba viviendo un verdadero infierno.
No es normal pasarte cada fin de semana entre la borrachera y la resaca, no es normal extender ese fin de semana de fiesta al lunes o iniciarlo desde el jueves.
Al principio, parecía que su consumo de alcohol era parte de nuestra vida social. Salíamos con amigos, reíamos y compartíamos buenos momentos. Sin embargo, poco a poco, las cosas comenzaron a cambiar.
Las crudas eran más frecuentes y más severas. La convivencia diaria se volvió un desafío constante porque él siempre estaba un poco o bastante ebrio. Romantizamos el consumo de alcohol, creyendo que era una manera de relajarse y disfrutar, pero pronto se convirtió en una pesadilla.
Su salud y su aspecto comenzaron a deteriorarse rápidamente. Los amigos con los que solía salir empezaron a sentirse incómodos, y las risas se transformaron en miradas de preocupación y vergüenza ajena.
Las anécdotas de sus idas al “torito” por conducir ebrio dejaron de ser divertidas y se volvieron alarmantes. Vivíamos una pesadilla compartida, llena de violencia, crisis de pareja y momentos de desesperación.
Amar a alguien con una adicción es increíblemente difícil. Lo amas, pero también te amas a ti misma y no quieres seguir viviendo en esa constante tormenta. Es desgarrador ver cómo alguien que quieres se destruye poco a poco. Nos dimos cuenta de que no podía seguir así y que necesitábamos ayuda.

El camino a la recuperación del alcoholismo
Hace tres años, mi pareja decidió buscar ayuda y comenzó su camino hacia la sobriedad. Ahora lleva tres años sobrio, contando cada día como una victoria. Está en rehabilitación por alcoholismo, y aunque sé que la lucha contra la adicción será para toda la vida, estoy aquí para acompañarlo, no para salvarlo ni cuidarlo, sino para apoyarlo en su camino.
Pensamos en tener un hijo en el futuro en retomar la vida que quedó en pausa por las fiestas, viajar y poner un negocio, pero claro que nos da miedo.
Por ahora, estamos enfocados en el presente, en seguir sanando y reconstruyendo nuestras vidas. Sabemos que cada día es un desafío, pero también una oportunidad para ser mejores y más fuertes juntos.
Si estás en una situación similar, quiero que sepas que no estás solo. Busca apoyo, habla con alguien y recuerda que hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo.
Gracias por leer nuestra historia. Espero que les haya sido de ayuda o inspiración.
Atentamente, la anónima.